Pueblos indígenas en América Latina


En América Latina existen actualmente 522 pueblos indígenas que van desde la Patagonia y la isla de Pascua y Patagonia, hasta Oasisamérica en el norte de México, pasando por distintas áreas geográficas como Chaco Ampliado, Amazonía, Orinoquia, Andes, Llanura Costera del Pacífico, Caribe Continental, Baja Centroamérica y Mesoamérica.
Por países, Brasil es el que tiene más diversidad de pueblos indígenas con 241, que representan una población de 734.127 personas. Colombia, con 83 (1.392.623 habitantes) es el segundo país con más cantidad de pueblos, seguido por México con 67 (9.504.184 personas) y por Perú, que tiene 43 pueblos distintos que representan 3.919.314 habitantes sobre el total de la población peruana.  
En el otro extremo se encuentran El Salvador, que tiene 3 pueblos indígenas (13.310 personas), Belice con 4 (38.562 habitantes) y Surinam con 5 (6.601 personas). En el caso del Caribe insular, como Antigua y Barbuda, Trinidad y Tobago, Dominica y Santa Lucía, hay pocos datos sobre la supervivencia de pueblos nativos pero existen reivindicaciones de identidad indígena en el ámbito local.  

Algunos dilemas económicos y políticos que enfrentan estas poblaciones hoy en día
1.      La pertenencia nacional: ¿Cómo equilibrar la lealtad étnica con la pertenencia nacional? Este conflicto se expresa en varios niveles. En primer lugar, durante muchos años, los indígenas han enfrentado el dilema de "integrarse" a la vida nacional, lo que significa renunciar a su lengua, a su modo de vivir, a su religión y a su identificación étnica. Segundo, hay muchas comunidades que ocupan territorios pertenecientes a países distintos que tienen leyes y políticas contradictorias, como es el caso de los wayúu en la Guajira colombo-venezolana, los aymara de Perú, Bolivia, Chile y Argentina, los miskitos de Nicaragua, Honduras y Belice, y los mayas de México, Guatemala y Belice, entre otros muchos. En tercer término, los intereses económicos de los grupos con más poder en el país están a menudo en conflicto con la necesidad de alguna comunidad indígena específica por preservar su tierra o su modo de vida. Por ejemplo, en Ecuador y Colombia, hay frecuentes tensiones entre los contratos de las compañías petroleras internacionales –que traen mucho dinero al país–, y diversos grupos indígenas que se oponen a la explotación extranjera de sus tierras.
2.      La "indianidad genérica" y los prejuicios: Desde la época colonial se creó una serie de estereotipos sobre los "indios", como si fueran un grupo homogéneo. Se consideró que eran una masa ignorante, perezosa e infrahumana, y se los condenó a ocupar los lugares más bajos de la jerarquía social. Esta actitud continúa hoy en todo el mundo, especialmente con la supervaloración de la ciencia y la tecnología occidentales. Con frecuencia, la imagen que muchos indígenas tienen de sí mismos es de impotencia, miseria y abandono, lo que produce alcoholismo y deterioro social. Por otro lado, ya que las mejores tierras y fuentes de alimento son explotadas por los mestizos y blancos, varias etnias indígenas que mantienen su unidad como pueblo deben viajar periódicamente a trabajar para los patrones "ladinos", haciendo más difícil mantener la coherencia de su vida comunitaria.
3.      El aislamiento: Muchas comunidades indígenas han preservado su autonomía cultural hasta hoy porque se retiraron a regiones apartadas, porque vivían en zonas remotas a donde los españoles no llegaron, o porque pudieron defender agresivamente algunos de sus territorios. En los tres casos, el resultado es el aislamiento y la falta de comunicación con otros grupos que podrían compartir sus intereses y con los cuales podrían organizar un frente común. Hasta hace pocos años, eran grupos completamente ignorados por la mayoría de la población y por el gobierno nacional.

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